El verdadero liderazgo: ¿Alcanza con mandar?

Por Fabián Barros Requeijo

Todavía hay quienes creen que liderar es simplemente “mandar”, que la autoridad se demuestra con orden y control. Sin embargo, ese modelo vertical, rígido y autocentrado no solo está caduco: es ineficaz. Un verdadero liderazgo se construye en vínculo.

Un capítulo de mi libro “Poder desde el NO poder” gira en torno a una pregunta: ¿Cómo se ejerce el liderazgo sin convertirse en un jefe autoritario ni en una figura decorativa? La respuesta está en lo que llamo el liderazgo vincular. No se trata de abandonar el rol de conducción, sino de asumirlo desde una ética del encuentro. Conducir no es doblegar voluntades, sino habilitar sentidos, escuchar lo que no se dice, hospedar la diferencia.

Un liderazgo que se basa solo en la toma de decisiones es un liderazgo aislado, defensivo y ciego al contexto. En cambio, quien conduce con otros, y no sobre otros, se vuelve capaz de leer lo colectivo como una trama viva y en movimiento. Ya no se trata de tener la razón, sino de hacer lugar a la razón del otro, incluso cuando incomoda.

Muchas veces, quienes ocupan roles de autoridad sienten que escuchar es “ceder terreno”. Sin embargo, creo que es al revés, quien escucha gana legitimidad. Solo cuando alguien se siente escuchado puede confiar, comprometerse, arriesgar. Ninguna transformación duradera se logra sin confianza.

Este liderazgo vincular exige revisar nuestras propias lógicas de poder, abandonar la omnipotencia y animarse a la incertidumbre. Implica pasar de la obsesión por el resultado inmediato a una mirada de procesos. Y sobre todo, implica hacerse cargo de que las personas no siguen a quien más grita, sino a quien les permite ser parte.

Quizás llegó el momento de dejar de admirar a los que “mandan bien” para empezar a valorar a quienes saben sostener vínculos, incluso en el conflicto. En tiempos de fragmentación, ese es el liderazgo que más necesitamos: uno que no imponga, sino que convoque.