Hay que pasar el verano
por Roberto Arias
En las últimas semanas, las noticias económicas positivas han llegado una tras otra. Lo más destacado ha sido la caída de la inflación: en septiembre, el índice bajó al 3,5% (tras cuatro meses por encima del 4%) y en octubre disminuyó aún más, al 2,7%. Además, hay señales de que la actividad económica, especialmente el consumo, tocó fondo en agosto y desde entonces ha mostrado una recuperación sostenida. Octubre fue un mes notable para el consumo, con un aumento del 7% en las ventas respecto a septiembre, según datos de CAME.
Este repunte del consumo, que representa casi el 70% de la demanda agregada, es clave para la recuperación económica. Su dinamismo está impulsado por salarios que, desde hace seis meses, crecen por encima de la inflación. Aunque aún no han alcanzado los niveles de 2023, en particular en el sector público, esta mejora gradual en el poder adquisitivo ha comenzado a reflejarse en la actividad económica. Como resultado, es probable que la pobreza haya comenzado a disminuir en el tercer trimestre de 2024, tras alcanzar un récord del 52,9% en el primer semestre del año.
Los mercados financieros y cambiarios también han registrado avances significativos. Con los datos de octubre, se acumulan ya diez meses consecutivos de superávit fiscal y financiero (1,7% y 0,4% del PBI, respectivamente). Esto ha permitido al gobierno evitar la emisión monetaria para financiar el tesoro y mantener una política monetaria restrictiva. La reducción de la inflación, la continuidad del superávit fiscal y la estabilidad del dólar paralelo, con una brecha inferior al 10%, motivaron al BCRA a reducir la tasa de interés del 40% al 35% (TNA) el 1 de noviembre, un movimiento que no se veía desde mayo. El desempeño de los bonos y acciones argentinas ha sido sorprendente: pocos anticipaban que el riesgo país bajara de los 800 puntos en noviembre. A esto se suman la acumulación de reservas internacionales, que en octubre superaron los 30.000 millones de dólares, gracias al blanqueo y a liquidaciones récord del sector agroexportador.
En resumen, el gobierno atraviesa un “veranito financiero”, con variables clave alineadas en una tendencia favorable. Sin embargo, la gran incógnita es qué sucederá tras este período y qué desequilibrios se están profundizando. La principal amenaza es la apreciación del peso frente al dólar. Nos encontramos cerca de los valores de diciembre de 2023 y, de seguir esta tendencia, podríamos alcanzar un tipo de cambio tan barato e insostenible como el de la convertibilidad. La reciente devaluación en países vecinos, posterior al triunfo de Trump, ha complicado aún más el panorama.
Aunque el mercado parece convencido de que el programa económico funcionará, la apreciación cambiaria beneficia a algunos sectores pero deja a otros al borde de una crisis, como las economías regionales, la industria y el turismo. Si el gobierno persiste en no ajustar el tipo de cambio, estos sectores enfrentarán graves dificultades y el desempleo podría aumentar. Por el contrario, un ajuste cambiario implicaría presiones inflacionarias.
Mientras, hay que pasar el verano.